Tuesday, May 27, 2008

En busca del amor de tu vida. Por Carlos Ramírez Hernández Psicólogo y sexólogo

Es común escuchar a las personas decir que están en la búsqueda del amor de su vida. Algunas lo plantean con ilusión, otras con ironía mientras que otras desvalorizan y cansad@s de la búsqueda, proclaman desdicha pues afirman que no existe, que es una ilusión, una fantasía cruel.
Si se reflexiona sobre la búsqueda, nos damos cuenta de que se hace de la misma manera que buscar una cosa, un libro, un trabajo, un zapato pues se parte de la mirada que descansa en el afuera, no se hace una mirada introspectiva donde el reflejo del interior indique el camino a seguir.
El “amor de tu vida” no se refiere a una persona estática, sino a una persona que se transforma, que aumenta de talla, que se arruga, que se cansa, que se enoja, que confía, que siempre que se le mira, se le besa, se le abraza es por primera vez, por última, por única vez.
Es una persona de la cual no se siente hastío, pues sólo nos cansamos de lo nuevo, nunca de lo vivo que tiene grabada nuestra historia, que se vuelve sagrado por su antigüedad y no viejo y sin valor como lo nuevo.
El “amor de tu vida” es alguien que eliges, no elegimos una cosa o una esencia, lo que se elige es la libertad.

En algunos momentos no tomamos el riesgo de elegir y nos eligen, aunque no sea la persona que queremos. Entonces nos enojamos con esta situación y descubrimos rasgos oscuros dentro de nosotros, entonces nuestro cuerpo protesta y se expresa a través de la enfermedad que llega como un síntoma existencial, como si quisiera decirnos algo, gritarnos algo, pero al no tener ni boca ni voz se presenta de adentro hacia fuera. El síntoma es el puente, es un grito hecho materia, hecho dolor, hecho existencia o, mejor dicho, incógnita existencial
A la realidad se entra de manera ingenua pues se ignora cualquier movimiento antes. Tal vez ésta la sugiere y nosotros la intuimos, nunca lo sabemos. Así es como la realidad y nosotros que la vivimos entramos en una danza, un movimiento suave o fuerte. ¿Quién lo determina?, ¿yo o la realidad? Pero en el baile eso no importa, lo que importa es el resultado final, lo que queda en los ojos del espectador, le dibujan una sonrisa o el horror, pero siempre en la influencia con los otros danzamos la realidad y yo.
El “amor de tu vida” no es alguien que está afuera esperando, es alguien en quien te puedes convertir. Ni siquiera es una persona, pues pueden ser varias. El amor de tu vida es la pasión con la que se experimenta la realidad, es la mirada ingenua que nos hace descubrir los rasgos más pequeños, más insignificantes en nosotros y en el mundo de afuera, de tal manera que siempre nos sentimos deslumbrados por esa luz que no lastima los ojos, sino que le guían hacia el placer de generar convivencia con un mundo que necesitamos y nos necesita, donde entablamos una relación de armonía.
El “amor de tu vida” eres tú mism@ mirándote con millones de ojos, abriendo los brazos a la vida hasta convertirte en polvo de estrella y desde ahí facilitar el encuentro con un@ otr@ tan diferente y legítim@ como tú.

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